domingo, 2 de mayo de 2010

René Girard





EXPERIENCIA

            Andaba yo leyendo leyendo la semana pasada el último ensayo de René Girard, Clausewitz en los extremos. Política, guerra y apocalipsis, Madrid, Editorial Katz, 2010, cuando caí en la cuenta del título de otro libro de Girard que allí se citaba y que yo no conocía (pese a que he procurado en los últimos años seguir la estela del pensador francés): La anorexia y el deseo mimético, Barcelona, Marbot Ediciones, 2009. Fui a buscarlo, lo encontré, lo compré y, como es muy breve, lo leí en poco más de media hora*.

            Para quien no lo conozca, René Girard representa una de las aportaciones mas interesantes al pensamiento que se han hecho en los últimos tiempos. Nacido en 1923 en la ciudad francesa de Aviñón**, estudió Historia y ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EE.UU., estando especialmente ligado a la Universidad de Stanford en la que, tras su jubilación, se ha creado incluso un seminario para debatir las relaciones entre violencia y religión, que constituyen el nervio de la obra girardiana. Su obra más influyente han sido, según creo,  El chivo expiatorio y La violencia y lo sagrado, editadas ambas en español por Anagrama. En ellas explica—si puedo hablar así—en origen de la cultura humana ligado al sacrificio como medio de acabar con las crisis miméticas. Siempre me ha llamado la atención que en la evaluación que los modernos hacen del sacrificio (incluyendo aquí a Girard) no esté presente el carácter festivo del mismo. Sin duda, esto se debe a que se ha pasado por la tradición cristiana en la que el sacrificio es visto como algo superado (léase la Carta a los Hebreos: Cristo ha acabado con los sacrificios). Sin embargo, cuando a un griego le decían “vamos a hacer un sacrificio” lo estaban invitando a una fiesta...


            En La anorexia procede Girard, como es su costumbre, contracorriente. Nunca ha sido demasiado freudiano y una pizca de aversión a Lacan ha manifestado siempre (quizás porque lo ha leído). En este librito aborda la anorexia desde una perspectiva antropológica, dejando la psicología al margen*** y entiende la anorexia como expresión del deseo mimético en el marco del potlatch que Thorstein Veblen estudió en el muy recomendable Teoría de la clase ociosa, editado en España por Alianza. En la parte final, un diálogo, se matizan algunas afirmaciones del ensayo. Competir por marcar las diferencias teniendo menos... Si en una época se marcaba la clase social mediante la posesión de un automóvil; después, cuando el consumo se extendió a la masas, se hizo necesario tener un chofer; pero hoy puede decirse: “Tengo coche con chófer, pero prefiero ir en bicicleta”, que es lo mismo que decir “tengo el mejor televisor, pero no lo veo”: las diferencias se establecen ahora más allá de la acumulación. Las observaciones de Girard son pertinentes y agudas; entiende la enfermedad como un signo de los tiempos; pero el antropólogo aviñonés se ha quejado siempre de que la Modernidad ha estudiado los fenómenos sociales bajo la categoría de sospecha (recuérdese a Gadamer y sus maestros de la sospecha). En la misma línea, entiende Girard la anorexia como un síntoma de las contradicciones de la sociedad moderna. El no comer es una expresión de un modo de ser contradictorio que se da en nuestra sociedad, pues, como dice con acierto, ninguna sociedad ha estado tan preocupado por la comida como la nuestra y no sólo en lo que se refiere a dietas y semejantes****, sino a programas, libros y artilugios de todo tipo para la cocina. De hecho, una expresión común de la anorexia es hacer de comer para los demás, pues de esta forma, como Girard interpreta, se marcan las diferencias.

            Dicho lo anterior debo hacer notar que hay algo que me ha resultado muy llamativo en el librito de Girard sobre la anorexia: la falta de reflexión sobre el sufrimiento que causa y no sólo en las personas que la padecen, sino en quienes permanecen junto a ellas. No soy yo la persona más idónea para hablar de estas cosas, porque me falta experiencia; pero sí sé que quienes están marcados por la anorexia no son únicamente los enfermos. A Girard le ha faltado compasión que, si se me permite decirlo así, forma parte de la comprensión cristiana de la realidad. Hay que ver incluso más allá de los síntomas, es decir, es preciso mirar a las personas. Dicho de otro modo: la oración es más importante que la teología, y la poesía, que la filosofía. Ambas, oración y poesía (¡ah, viejo Dámaso!) dicen mucho más del hombre y, sobre todo, nos entregan mucho más de él. De todos modos, ha resultado una lectura interesante.

*Tengo la costumbre desde antes de cumplir los veinte años [*] de machacar los libros que leo con toda clase de subrayados, notas, papelitos pegados... Son los marginalia y son lo más importante de cualquier libro que podamos encontrar, porque nos entregan el diálogo del lector con el autor. Recuerdo que al principio me daba hasta rabia escribir en los libros nuevos y bien editados (aquellas ediciones magníficas de Herder enteladas); hoy me da rabia más bien lo contrario. Creo que mi edición del Nietzsche de Heidegger tiene más marginalia que texto.
            Todo esto tiene bastante que ver con las cosas ésas novedosas que han lanzado los yanquis y el complejo tecnológico-industrial nipón. Lo llaman libro digital haciendo un uso claramente impropio del sustantivo; pero, en fin, por algo lleva el adjetivo de la barbarie. Un día haré un reflexión sobre esas cosas que nunca serán libros, porque un libro nunca es na cosa.
**Uso el castellano “Aviñón” que es como debe escribirse la palabra en español. Y esto significa que la ciudad, desde antiguo, ha tenido su importancia. No en vano fue residencia pontifica de infausto recuerdo.
***¡Menos mal!
****En una ocasión escribí un cuento sobre este asunto. Lo titulé La historia del hombre que dejó colgada su alma en un naranjo (o algo así). Por algún lado debe andar, pero como casi todas mis cosas, está perdido.
[*]Me parece que ésta es la primera metanota que introduzco en la gacetilla. La ventaja de la metalingüística es que ya no es lingüística; quizás esta metanota tenga la ventaja de no ser una nota. Veinte años: al escribir las dos palabras no he podido evitar recordar la triste letra de una canción, ¿cómo no?, de los Beatles: Two of us. La parte que me interesa dice así:
you and I have memories
longer than the road that stretches out ahead
Es bien triste y me pasa, con precisión milimétrica, eso con la pequeña diferencia de que en mi caso estoy solo: “tú y yo tenemos más recuerdos que el camino que se abre delante de nosotros”; es decir, tengo ya más pasado que futuro.



Shalom

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha impresionado esto: "una expresión común de la anorexia es hacer de comer para los demás". El libro debe ser interesante. Un saludo

Johannes A. von Horrach dijo...

¡Caramba, qué sorpresa más agradable! Lo digo porque es muy raro que se dedique en España atención a René Girard, un autor generalmente traducido pero escasamente leído. En mi caso le dedico (estoy en ello) una tesis doctoral.

Sólo un matiz a la entrada: Girard en realidad es muy freudiano, aunque luego se distancie del vienés en determinadas conclusiones, pero el método psicoanalítico tiene semblanzas. Girard cita muchísimo a Freud en su obra, aunque su vínculo con él no sea totalmente ortodoxo.

ahh, y otra cosa sobre Gadamer: creo que era Ricoeur en realidad el que bautizó a los 'maestros de la sospecha'.

saludos

Valentín J. Ansede Alonso dijo...

Señor Horrach, primero darle las gracias por su comentario y felicitarlo por estar trabajando su tesis doctoral. Lo de Gadamer fue intencionado. Cierto que Paul Ricoeur es el creador de la expresión tal como la usamos; pero Gadamer, si no me equivoco, fue el primero, si no se nombra a Hans Vaihinger, en poner el acento el arte de la desconfianza (Kunst des Misstrauens) nietzscheano. En cuanto a las influencias freudianas en Girard sería el tema de una interesante discusión. No dudo de que, como todos, el de Aviñón haya recibido la influencia de Freud, pues ¿quién que piense después de Freud no piensa también con Freud? Es el mismo caso de Hegel, Marx, Nietzsche, pero también—más inconscientemente por decirlo así—de Bultmann, Barth y Bergson, por poner sólo unos casos. Sin embargo, los matices—y anda usted con la tesis no lo olvido—son demasiado importantes y profundos para pasarlos por alto.

El Quijote Des-Librado dijo...

Hola. Interesante escritillo. Pero como habla sobre Girard no puedo destacar precisamente los aciertos y ciertos o eventuales insights, dado que mi sight está encandilada por algunos de las descripciones y planteos que hace Girard, de lo que todo observador, más o menos agudo, vio y vivió.

Tal vez vine sólo a darle una "compartida", que viene a cuento de su comentario no tan al margen sobre los comentarios al margen, y sobre Girard.
El libro que me deslumbró de Girard -y me lo puse bien lejos un tiempo porque cometí la imprudencia de leerlo por el índice, en función de mi ¨búsqueda¨-, y no conocía la densidad -en el mejor de los sentidos- de su planteo y sobre todo modo de exponerlo. Ese libro es "Acerca de las cosas ocultas desde la fundación del mundo" (¡no tiene nombre!), o "El Misterio de nuestro mundo" en otra edición.
Volviendo, la cosa es que a ese libro lo recontra anoté (a otros también, pero la gracia es que Ud. dice eso hablando de Girard, y creo que ese es el libro que más subrayé, anoté y con más registro de "pop ups" que su lectura me inspiró).

En fin, no estoy para comentario más meduloso (leí unos cuantos de Girard, y me estoy peleando con el libro sobre la guerra, estando estrictamente en una dilatada tregua porque me resulta denso, pero ya en sentido de pesadón/poco claro).

Y tengo en el pilón de las expectativas "Mentira romántica y verdad novelesca", que tengo entendido es el primer avance sobre lo mimético.
El título está bueno y los primeros esbozos parece que también. Igual no soy "literato" y eso me advierte que probablemente no esté en la sintonía para captar su fondo.
¿Alguna opinión sobre ese libro?

Saludos desde las pampas