LUIS ROSALES EN EL CIELO
Quizás un ángel de nieve haya rozado con su ala la sonrisa del poeta. Tal vez sonría Luis con alguna ocurrencia de Leopoldo, que ya no necesita tanto huisqui para ser feliz: lo bebe con las nubes del atardecer acribillado por los besos de sus hijos. Dámaso se explica moviendo las manos, casi sin palabras, acariciando a Pizca mientras Federico, nuestra alegría, anda de cháchara con una señora de Granada. Cada cosa tiene un nombre y los nombres de todas las cosas los ha pronunciado Dios como al principio. Y allí, limpiando los gruesos cristales de sus gafas, camina Luis mirando con ternura cada gesto.
Hoy se cumplen cien años del nacimiento de Luis Rosales Camacho, poeta. Que la luz de su palabra continúe iluminándonos.
-Karamazov—dijo Kolia—, ¿es verdad eso que dice la religión de que resucitaremos después de morir y nos volveremos a ver todos? Si es así, nos encontraremos de nuevo con Aliucha.
-Sí, es cierto: todos resucitaremos y nos volveremos a ver—respondió Aliocha sonriendo y rebosante de fe—. Y entonces hablaremos alegremente de las cosas pasadas.
Dostoyevski, Los hermanos Karamazov.
Y poco me importa hoy el copyright:
CÓMO ES POSIBLE QUE LA PREDESTINACIÓN
A VECES LLEGUE TARDE
Cuando vivimos tanto que hay que pagar exceso
hay algo en el amor como una luz suicida,
tal vez es sólo eso,
y hay amores que duran algo menos que un beso,
y besos que han durado algo más que una vida.
2 comentarios:
Me encanta el poema, sobre todo, "una luz suicida".
Un saludo
Carlos
D´Ors... bien, pero ¿no te parece demasiado pedante?
Hace más de quince años.
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