NIETZSCHE TRADUCIDO
(o encadenado, como Prometeo)
La Editorial Tecnos ha culminado recientemente la publicación íntegra de los Fragmentos Póstumos de F. Nietzsche con la aparición del último volumen, el tercero de una serie de cuatro. En el año 2006 se publicó el primer volumen de los Fragmentos; curiosamente, se comenzó por el final, aquellos cuadernos que recogen los escritos entre los años 1885 y 1889. En aquella ocasión se acompañó la publicación de una addenda que recogía la introducción, obra de Diego Sánchez Meca, posteriormente incorporada al volumen primero. Las razones que llevaron a empezar por el final fueron puramente de índole editorial (comercial cabría decir) y, me parece, faltó paciencia. Dicho lo cual, lo primero es felicitarnos porque finalmente disponemos de una edición completa de los fragmentos póstumos del honorable hijo de Röcken que filosofó a martillazos. El volumen tercero y último se ha publicado en febrero de 2010.
Sin embargo, la edición no se ha hecho sin polémica. En efecto, poco tiempo después de la publicación de los dos primeros volúmenes (el cuarto y el primero), Andrés Sánchez Pascual, conocido por sus excelentes traducciones de Nietzsche y de Jünger, publicó en Revista de Libros una agria crítica a la labor de los traductores, de la que sólo daré una muestra: “El resumen es fácil de hacer: el traductor es incompetente en filología, malo en sus notas y pésimo en sus traducciones. Esta traducción no sólo es inútil para cualquier lectura o estudio de Nietzsche, sino nociva para toda investigación sobre él. Y eso por no mencionar el horroroso español que el traductor escribe. Resulta inconcebible a estas alturas que se pretenda engañar al lector con una mercancía tan averiada. Esta traducción está muerta ya al nacer y no cabe arreglarla corrigiendo «algunos errores» en una nueva edición, sino que hay que rehacerla de cabo a rabo. Indudablemente se ha abusado de la buena fe de la editorial Tecnos”. Como en el proyecto estaba embarcada la SEDEN (Sociedad Española de Estudios sobre Friedrich Nietzsche), estalló una polémica en la que no faltaron las descalificaciones, las puñaladas traperas, la arrogancia y, lamento decirlo, la falta de estilo. No soy yo quien para terciar en semejantes asuntos, pero no puedo menos que dejar constancia de ciertas perplejidades. En primer lugar, Sánchez Pascual es sobradamente conocido por las traducciones que para Alianza ha hecho de Nietzsche; sin duda es uno de los mejores traductores del filósofo alemán al castellano; uno de los mejores, sí, pero no el único. Tiene además en su haber otras buenas traducciones. En segundo lugar, pese al tono, alguna razón puede tener Sánchez Pascual en sus observaciones: sus formas quizás lo descalifican personalmente, pero no a sus observaciones. En tercer lugar, Sánchez Pascual peca de arrogancia—y no es ésta la primera vez que lo hace*—, pero lo malo no es tanto ese pecado cuanto el que conlleva: le impide ver los logros de los demás. En cuarto lugar, no se puede proceder como elefante en cacharrería. Luis E. de Santiago quizás no sea un traductor excelente, pero eso no invalida el conjunto de su trabajo; por otra parte, Luis E. de Santiago y Juan Luis Vermal (a quien no se menciona) no traducen mal, sino que interpretan (como ha hecho siempre Sánchez Pascual y no puede dejar de hacer ningún traductor de filosofía**). A Vermal se debe que dispongamos en español del Nietzsche de Heidegger (editado por Destino) y ése me parece mérito notable. Ciertamente, la defensa de los traductores (la que se hizo de Luis de Santiago) no puede consistir sin más en una exhibición de títulos académicos; pero esto tampoco le quita razón a los traductores. Por último, ¿para qué ha servido toda esta amarga polémica? Supongo que para alimentar a los especialistas en filosofía y a los traductores. Algunos han despreciado el tomo I de los Fragmentos Póstumos; otros los han defendido... y casi todos se han perdido en los laberintos de la traducción con lo que Nietzsche ha caído en el olvido—las réplicas a partir de este momento sólo se me puede hacer a posteriori, ¿se me ha comprendido?
Cualquier traducción será mejorable. Yo, que un poco sé de Biblia, puedo decir que la maravillosa Biblia del Oso hoy tiene interés por su español, pero como obra de traducción hace mucho que quedó superada***. El valor de las traducciones con el tiempo es el valor de sus interpretaciones. Algún día se hará una tesis sobre la recepción de la obra nietzscheana en la España de final del siglo XX, pero para entonces serán necesarias nuevas traducciones. La traducción de Nietzsche, con ser importante, no es lo fundamental. El valor que tienen los Fragmentos Póstumos es que nos permiten seguir acercándonos a unos de los filósofos peor comprendidos de la historia porque no ha dejado de verse envuelto en polémicas. Tendré ocasión de hablar de Nietzsche y sus fragmentos.
*En una de sus excelentes traducciones sobre Nietzsche, hace un descubrimiento: encuentra en santo Tomás el texto sobre el incremento de la felicidad de los bienaventurados al contemplar el sufrimiento de los condenados. Bien, Andrés Sánchez Pascual comenzó, salvo que yo esté del todo equivocado, realizando traducciones de teología—y de hecho aún ha colaborado recientemente con Olegario González aportando una traducción del célebre sueño Discurso de Cristo muerto desde lo alto del cosmos diciendo que no hay Dios (cf. Olegario González de Cardedal, Cuatro poetas desde la otra ladera, Madrid, Trotta, 1996, págs. 283-289. La traducción es magnífica, por cierto). Entre otros, si no me falla mi ya frágil memoria, tradujo J. Moltmann (y con todos mis respetos, en un español bastante mejorable). Le suponía yo, por tanto, algún conocimiento más profundo de la historia de la Teología, pues lo que hizo Tomás fue reproducir en su época un argumento patrístico—puesto de relieve por el inconmensurable Hans Ur von Balthasar—a propósito de los espectáculos circenses y los cristianos durante el siglo III. El descubrimiento de A.S.P.—con nota y todo—no pasa de ser una descontextualización de Tomás. En fin, hay que aprender a dudar de los propios logros o a ser inteligente, como decía Chesterton: “soy tan inteligente que a veces lo dudo”. Pero no podemos pedir luz a una vela que sale una vez sí y a veces no.
**Es imposible no interpretar al traducir. Por eso, sólo pueden entenderse como producto de una petulancia intelectual poco recomendable las anotaciones de A.S.P. en las que contrapone el texto español de Luis de Santiago con el de Nietzsche ¡en español también! Porque, claro, A.S.P. no interpreta; así, los “dice Nietzsche” son, en realidad, “traduce A.S.P.” Esta petulancia no supone ausencia de razón en sus propuestas de traducción, pero sí dejan entrever un estilo personal dudoso.
***Es muy valiosa como testimonio literario. Por eso, las “actualizaciones” a las que periódicamente se la somete son pequeñas aberraciones, pues nadie puede imitar aquel castellano.
1 comentario:
Leí el cuarto volumen y no tiene el estilo incisivo al que Nietzsche nos tiene acostumbrados. Pero también creo que merece la pena
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