sábado, 24 de abril de 2010

Angel Wagenstein



UNA TRILOGÍA
Si Dios tuviese ventanas, hace tiempo que le hubieran roto todos los cristales

            Allá por el lejano 2008—tan lejano como el primer día de la Creación, pues es imposible regresar—adquirí un libro no sé si porque el nombre de la traductora, Liliana Tabákova, me parecía una crítica implícita a la corrección política a la vez que me recordaba a una de aquellas deportistas de los países del Este ganadoras de todo*, o tal vez por el título, cercano a mis inquietudes intelectuales. Lo compré; lo leí; me gustó y se lo recomendé a ese hermano con el que siempre estaré en deuda**. Le encantó. Y como desde hace años he tenido la costumbre de confiar en sus gustos literarios, debía concluir que era un buen libro. Digámoslo de otra manera.

A mi hermano sólo le gustan los libros buenos.
El libro que le dejé lo enjuició como bueno.
Luego El Pentateuco de Isaac es un buen libro.

            Lo cual puede expresarse igualmente así:

pq
qs
pr

            O tal vez de otro modo, aunque quizás nos llevase una pequeña discusión:

  
            De donde se deduce que lo mejor es hablar con claridad y que las fórmulas lógicas están hechas fuera de la vida. El señor Descartes puede ser teatralmente más hermoso que el señor Pascal, pero yo leo al último con pasión y al primero con frialdad***.

            A estas alturas debe ser evidente que me estoy refiriendo a las tres obras de Angel Wagenstein, El Pentateuco de Isaac. Sobre la vida de Isaac Jacob Blumenfeld durante dos guerra, en tres campos de concentración y en cinco patrias, Barcelona 2008; Adiós, Shanghai, Barcelona 2099, y Lejos de Toledo, Barcelona 2010, editados todos ellos por Libros del Asteroide. Sin que pueda encontrar otra razón que mi propia ignorancia, no sé por qué se ha prescindido de la señorita Liliana Tabákova a la hora de traducir los dos últimos libros**** , trabajo del que se ha hecho cargo Venceslav Nikólov. Las tres noveles me han gustado en una línea quizás descente, pues sin duda El Pentateuco es la más interesante y la que se ha escrito con más brío. Conviene decir algunas cosas de Angel Wagenstein. Su origen materno es sefardí (esto explica a la poco menos que insoportable esposa del borracho Abraham), pero por línea paterna es, si no me equivoco, asquenazí; nacido en la ciudad búlgara de Plovdiv en 1922 ha tenido una ajetreada vida, siendo incluso condenado a muerte en 1944. Gracias al Eterno, salvó la vida y se nos ha conservado como un excelente novelista. Claro que también es guionista de cine, algo que se deja notar especialmente en Adios, Shangahi, novela escrita en blanco y negro, pues uno se imagina viéndola rodeado del humo de un vieja sala de cine (razón de más para que Tabákova la hubiese traducido, ¿no?).


             No quiero ser más pesado de lo habitual y por eso me ahorraré advertir sobre los argumentos. Sólo daré algunas razones para leerlas:

1.      Están bien escritas.
2.      Tienen unos argumentos interesantes. Yo quisiera, alguna vez en mi vida, lanzar al Sena los zapatos de alguien.
3.      Están llenas de buen humor.
4.      Hay ternura sin lloriqueos: ¡corazón tan blanco!
5.      Me lo he pasado bien leyéndolas.
6.      Hay una armenia.
7.      Un japonés también puede ser bueno.
8.      El tren se detiene, pero no estaban en una estación.
9.      Los niños volverán a nacer.
10. Aparece algún borracho, santo, como el de la Leyenda.

            Estas diez razones se cierran en dos:

1.      Angel.
2.      Wagenstein, que suena como Wittgenstein.

            Un tipo loco, que se dedicó a recorrer los burdeles de Roma ayudando a las prostitutas y a sus cardenalicios hijos, Filippo Neri***** se llamaba, creo (y el español Ignacio no lo soportaba demasiado bien), dijo que la santidad consiste también en saber mirar al mal cara a cara (es posible que no lo dijese exactamente así, pero ¿ha colado?*****): los personajes de Wagenstein lo hacen: miran al mal de frente y, en el espanto, siguen siendo humanos y no se dejan arrastrar por la barbarie.

*Tras la Caída del Muro la prensa occidental hizo especial hincapié en lo ficticio de muchas de las marcas de aquellas atletas, porque tomaban hormonas o incluso hacían cosas peores. Las occidentales, por su parte, sólo se drogaban después de hacerse un estiramiento de piel.
**¿Puedes percibir la ambigüedad de ese siempre? ¿Quiere decir que nunca liquidaré mis deudas o que te estaré eternamente agradecido?
***De acuerdo: Flotats se come a Triola, pero ¿Descartes se comió a Pascal? Con esto no quiero menospreciar la actuación de Triola, pero Flotats, como se suele decir, está hecho para el escenario
****A estas horas, cansado y tal vez abatido, pero bebiendo un huisqui y fumando un puro, me pregunto si la campaña de acoso a los fumadores no tendrá algo que ver en todo eso, pues el apellido de nuestra querida traductora puede malinterpretarse hasta entenderse como una perversa incitación al fumeteo. Aunque no sé si el traductor tiene algo que ver en el asunto, la novela que más me ha agradado ha sido, precisamente, la traducida por Tabákova. Plasmo aquí su imagen (y espero que realmente sea la suya, porque tiene un aire hermoso a mi querida Alda Merini) en un homenaje a la mujer que ha traducido una de las novelas que más me ha encandilado haciéndome reír y llorar.


*****Hay una leyenda hermosísima sobre Filippo Neri, que no puedo dejar de referir: su corazón creció tanto que le rompió algunas costillas.
******Mi querido Antonio García del Moral, que el Eterno lo tenga en su gloria, después de tenerme trabajando hasta las tantas de la madrugada (andaba yo ayudándole con mi proverbial torpeza en una nueva traducción de la Carta de Santiago), escribió algo que no estaba en absoluto justificado filológicamente. Le pregunté y su respuesta llena de sabiduría fue: “Lo he puesto por si cuela”.

Shalom.

1 comentario:

Anónimo dijo...

LLevo un tiempo sin pasarme por aquí y veo muchas cosas nuevas.
Rothko me encanta.
En cuanto a las novelas, las leeré dado su entusiamso.
Un saludo

Carlos