martes, 16 de marzo de 2010

Wisława Szymborska


ELLA FITZGERALD EN EL CIELO

Le rezaba a Dios,

le rezaba ardientemente,

para que hiciera de ella

una feliz chiquilla blanca.

Y si ya es tarde para esos cambios,

pues al menos, Mi Señor, mira cuánto peso

y quita de aquí como poco la mitad.

Pero el misericordioso Dios dijo No.

Simplemente puso la mano en su corazón,

le miró la gargante, le acarició la cabeza.

Y cuando todo haya pasado—añadió—,

me llenarás de júbilo viniendo a mí,

mi alegría negra, mi tonel cantarín.

Si no hay dulzura en estas palabras, no sé dónde se podría encontrar. Es un poema de la magnífica Wisława Szymborska en Aquí, Madrid, Bartleby Editores, 2009. Sin embargo, hoy no quiero hablar de este hermoso poemario, muy recomendable, sino de otra obra de la escritora polaca, premio Nobel de Literatura en 1996*. Me refiero a Lecturas no obligatorias. Prosas, Barcelona, Ediciones Alfabia, 2009 (el prólogo y la traducción son de Manuel Bellmunt Serrano). Se trata de reflexiones, llenas de un penetrante sentido del humor, sobre las lecturas que no suelen hacerse. El libro, como señala la autora, es a veces el tema central, pero otras veces es sólo la ocasión de hacer algunas reflexiones: Y una cosa más, lo digo de corazón: soy una persona anticuada que cree que leer libros es el pasatiempo mása hermoso que la humanidad ha creado. El homo ludens baila, canta, realiza gestos significativos, adopta posturas, se acicala, organiza fiestas y celebra refinadas ceremonias. Para nada desprecio la importancia de estas diversiones: sin ellas, la vida humana pasaría sumida en una monotonía inimaginable y, probablemente, la dispersión. Sin embargo, son actividades en grupo sobre las que se eleva un mayor o menor tufillo de instrucción colectiva. El homo ludens con un Libro es libre. Al menos, tan libre como él mismo sea capaz de serlo. Él fija las reglas del juego, subordinado únicamente a su propia curiosidad. Puede permitirse no sólo leer libros inteligentes de los que aprenderá cosas, sino también libros estúpidos de los que algo sacará. Es libre de no leer un libro hasta la última página, y de empezar otro por el final e ir retrocediendo. Puede echarse a reír en un punto no destinado a ello o, de repente, detenerse ante unas palabras que recordará durante el resto de su vida. Y, finalmente, es libre—y ningún otro pasatiempo puede ofrecerle esto—de escuchar de qué habla Montaigne o de zambullirse en el Mesozoico por un instante (págs. 22s). De esto, precisamente, va Lecturas no obligatorias.

El libro se lee de un tirón y me dio una pena tremenda terminarlo, pues disfruté mucho, me reí y aprendí también que algunas observaciones triviales son de una gran profundidad. A veces somos superficiales porque somos profundos: semejante sentencia, de cuño nietzscheano, le viene como anillo al dedo a este libro de Szymborska (¿cómo se pronunciará este apellido? Creo que sólo los holandeses son aún más difíciles...). La autora nos ofrece una galería formidable de lecturas: desde moda hasta biología pasando por la antropología. En cada lectura hay alguna observación sabrosa, cómica muchas veces, que nos demuestran que hasta los malos libros pueden hacernos pensar y dejan patente que la autora tiene una gran cultura, pero sobre todo un fino olfato para hacer surgir la extrañeza de la monotonía cotidiana. Pensando en los vagos—ésos lectores que alargan la lectura de los libros como se alargan las interminables tarde de un verano infantil—diré que Lecturas no obligatorias se lee muy cómodamente, pues los capítulos son breves como conviene a una gran poeta (una vez más: no poetisa, ¡por favor!).

Y en honor a Ella, una canción más. Y muy hermosa.

*No pienso, empero, que ser premio Nobel de Literatura tenga una especial relevancia... Basta mirar la lista de los premiados: hay de todo; pero tampoco es un argumento en contra del escritor, conste.

Shalom.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Somos o parecemos superficiales porque somos profundos. Me gusta. Deseando leerlo. Gracias