miércoles, 24 de marzo de 2010

Sigamos con Vattimo


DESPUÉS DE LA MUERTE DE DIOS. 3

Entremos un poco en el pensamiento de Vattimo (siguiendo aún en la introducción). La ontología débil (el pensamiento débil) nos dice que “nihilismo y emancipación van de la mano”, pues supuestamente es la disolución de los fundamentos lo que otorga libertad. ¿Qué quiere decir con esto? Sería preciso reconstruir todo el pensamiento del filósofo italiano, pero citaré: Una ontología débil o, mejor dicho, una ontología de la debilidad del Ser, proporciona razones filosóficas para preferir una sociedad tolerante, progresista y democrática antes que una autoritaria y totalitaria (pág. 31 citando Nihilismo y emancipación: ética, política, derecho). Una primera observación que no me parece fútil: no es lo mismo una “ontología débil” que una “ontología de la debilidad del ser”; jugando con una anfibología (“ontología débil”) se nos da gato por liebre, porque el adjetivo califica al sustantivo. Lo he dicho otras veces, la corrupción de lo mejor es lo peor—y el lenguaje es nuestra mejor herramienta si es que sólo es eso. Por otra parte, asumiendo el peligro de ser tachado, diré que las palabras “tolerante, progresista y democrático” no significan nada fuera de contexto. Lógicamente, en abstracto cualquiera las prefiere a “autoritario y totalitario”, pero cabe preguntar si, por ejemplo, no es la noción moderna de progreso la que convirtió los siglos XIX y XX en un matadero* y es responsable de la situación actual del planeta. ¿A qué jugamos? Parece que a las palabras sin significado... Vale que se afirme: “el nihilismo es sinónimo de hermenéutica”, pero ¿qué dice ahí “nihilismo”? Si se dice el proceso de secularización de la Modernidad, entonces la hermenéutica sólo sería el espíritu de la época... ¿O se quiere decir algo más? Porque Vattimo rechaza un “nihilismo negativo”. Esta expresión parece implicar otro nihilismo ¿o se trata de aquello que Levinas llamaba otro modo que ser porque no queremos esencias fijas? Pero me temo que nihilismo sigue significando la pérdida de fundamento; pero entonces ¿no caemos nietzscheanamente hacia todos lados porque no hay ya ningún lado? Vattimo puede buscar apoyo en Heidegger en la recusación de la búsqueda de un fundamento**; curiosamente, los modernos y los posmodernos buscan autoridades en las que apoyarse... Todo esto tiene que ver, sin duda, con esa pluralidad de cosmovisiones que nos invade y con el hecho de que todo se hace interpretable, no hay un único punto de vista posible pero ¿no habrá que decidir entre las interpretaciones?

Precisamente lo que caracteriza a la sociedad moderna es, según Vattimo, haberse convertido en una sociedad de los medios de comunicación de masas. Esto implica, según parece, que nos emancipamos (¿de qué?) y alcanzamos un pluralismo babélico... Lógicamente, el italiano no piensa que la presencia masiva de medios de comunicación produzca una homogeneización de la sociedad, sino más bien todo lo contrario. Pero creo que estamos en la obligación de preguntarnos si eso es realmente así. Y la respuesta es “de ninguna manera”. Evidentemente, siento veneración por Horkheimer y Adorno, pero no hace falta remontarse a ellos para ver que la industria de la cultura no es otra cosa que la del entretenimiento y que, rascando en la apariencia babélica, se encuentra una homogeneización total de los modos de vida (que ha barrido buena parte de las culturas del planeta) y de pensamiento (que ha terminado con toda verdadera oposición, algo implícito en el concepto de progreso que está vacío de contenido escatológico). Esta homogeneización se ha producido vía irrelevancia de las ideas que han sido puestas a competir como objetos de consumo en el mercado. Por lo tanto, establecer una conexión entre esta sociedad dominada por los medios de comunicación de masas y la libertad no sólo me parece poco sensato, sino incluso peligroso, pues acabamos poniendo la libertad en función del mercado. En mi modestísima opinión es lo que le sucede a Vattimo, que no ha superado el concepto burgués*** (moderno) de libertad. En efecto, porque la Modernidad al pensar la libertad como racionalidad y la razón como necesidad, acabó haciendo de la libertad el conocimiento de lo real y pura aceptación de lo dado****.

Como me estoy alargando, lo seguiré haciendo con dos observaciones: ¿alguien puede pensar que en nuestra sociedad real los medios de comunicación representan de verdad una pluralidad efectiva? Lo he dicho muchas veces: los medios de comunicación tienen dueños, amos. Sólo habría que hacer una lista de empresas (¡entiéndeme, lector!) para ver dónde están sus intereses. Una vez que los modos de vida se han hecho idénticos*****, las ideas son todas tolerables, porque se han vuelto irrelevantes. Al final, todos somos determinados realmente por nuestra capacidad de consumo... incluso del consumo informativo.

Y por último hoy, si la libertad es una desorientación en virtud de la disolución de la realidad, ¿hay algún hacia? Pero si no hay un hacia, todas las opciones devienen irrelevantes. Esto Vattimo no lo ha querido ver, porque necesita debilitar cualquier ontología preso de la ecuación verdad=poder característica de la Modernidad. Por lo tanto, Vattimo no alcanza a pensar una libertad desde la debilidad: el verdugo y su víctima quedaría equiparados. Sé que el italiano protestaría vehemente contra semejante afirmación, pero es el precio que paga por sus raíces heideggerianas. Encontrará “la” religión quizás al final del proceso (sin preguntarnos todavía que es eso de “la”), pero será últimamente irrelevante porque no hay ninguna ultimidad. Se renuncia a Dostoyevski y con él a la apocalíptica y a la escatología. El amor de Cristo está al principio (Aliocha) por eso se puede encontrar al final (Iván, pero también Vattimo). Mañana, si puedo, seguiré, aunque tengo para mí que todo esto lo hemos leído sólo Dios y yo, y como le dijese Hegel a uno de sus ínclitos alumnos, ahora lo entiende sólo Dios.

*Todos sabemos qué ése es el adjetivo con el que Hegel califica la historia (no tan curiosamente como podría parecer, Félix Duque publicó un artículo titulado “¿Es ideal la realidad virtual? Hegel y los espectros” y el primer capítulo de J. D. Caputo en nuestro libro lleva por título “Hermenéutica espectral”). Se olvida que en las raíces de la Modernidad no sólo están las primeras masacres sistemáticas, sino las campañas napoleónicas que dejaron devastada Europa (de ahí el calificativo hegeliano); pero también el sacrificio de generaciones enteras de trabajadores en nombre del progreso.

**De hecho, el agnosticismo moderno es poco más que ateísmo lingüístico mal adobado: fundamento no significa, pero no vayamos a entrar aquí en otras polémicas.

***La libertad burguesa es el concepto de libertad que surge, precisamente, de la comprensión de ésta como instrumento (o como valor): es la autoposición del sujeto (burgués/moderno) que se define a sí mismo como propiedad y en función de sus propiedades. Conlleva necesariamente una exaltación del propio “yo”, entendido ya como centro desde el que se comprende, que acaba entendiendo todo “otro-diferente” como oposición y obstáculo (libre competencia en las condiciones imperantes del mercado). Este ser-obstáculo de todo otro concluye necesariamente en el ateísmo como clausura cabe sí mismo. Por eso cabe definir la fe cristiana como grieta. Esto implica, me parece, que siempre se encuentra en la periferia.

****Así claramente en Hegel y todos sus discípulos—incluido Marx. La racionalidad de las estructuras (sean materiales o ideales) acaba conduciendo a la libertad al campo de la aceptación—todo lo crítica que se quiera, pero aceptación—de la necesidad de los procesos sociales. Libertad y necesidad coinciden. Fue precisamente de esta trampa diabólica de la que quiso escapar Nietzsche y es la línea que pretenden aprovechar, solo a medias, Vattimo; pero ése es otro tema.

*****Por eso es tan hermosa la acusación que a veces se hace a los cristianos de incoherencia: porque se supone, con acierto, que la fe no es sólo un modo de pensamiento, sino sobre todo una manera de vivir, un estilo de vida. En esa acusación late aún débilmente la esperanza de la conciliación de nuestra imaginación con el mundo real.

Shalom

1 comentario:

Efraim Riess dijo...

No, Valentín. No sólo Dios y tú sois los que habéis leído esto... entendido en su totalidad, seguramente sí; pero leído, no.

En cualquier caso, muy interesante: se nota que estás en forma.Y todo esto me hace recordar gratamente los viejos tiempo... Este fin de semana, con un poco más de tiempo, estudiaré detenidamente esta nueva “saga” tuya y pienso hacerte algunos comentarios al respecto -algunos de los cuales empiezan a despertar ya en mi mente-. No esperes, sin embargo, que esté a la altura de la profundidad de tu erudición.

Eso sí, un poco más de luz en algunos puntos nos vendría de perlas a los no-expertos en la materia. Me vienen a la mente ahora unas palabras de un profesor que tuve en la facultad de matemáticas:

“En el mundo de las publicaciones matemáticas, suele llamarse ‘Elegante’ al autor que en pocas líneas consigue sintetizar genialmente un razonamiento para el cual otros matemáticos necesitarían varias hojas. Sin embargo va creciendo entre nosotros el grupo de los que pensamos, que si para entender esas pocas líneas es necesario más tiempo incluso que el requerido para entender lo mismo, pero expresado en varias hojas, entonces esa mayor extensión escrita supone también una forma de ‘Elegancia’. ”

Ten un fuerte abrazo amigo.

PD: Por lo menos yo, me siento ansioso de continuar por el camino hacia donde nos estás llevando.