jueves, 6 de agosto de 2009

Ensayo. Filosofía y Teología.

PROVOCACIÓN
Sobre un libro de MANFRED LÜTZ



Quiero presentar el libro del médico alemán Manfred Lütz (también es psicoterapeuta y teólogo, conste), Dios. Una breve historia del Eterno, Santander, Ed. Sal Te­rrae, 2009. Se trata de una apuesta arriesgada en el debate sobre la existencia de Dios. Y he dicho “arriesgada” no por el debate en sí mismo, sino por el tono en que Lütz ha escrito su libro: se trata de una obra divulgativa, pero que no rehúye la polémica. La pegunta por la existencia de Dios se torna aquí más existencial que intelectual, pero esto no quiere decir que el autor no razone, sino que busca esa razón “cálida” que hunde sus raíces en la vida. Su lectura es recomendable sobre todo si se permanece en la búsqueda—no sólo de respuestas, sino también de preguntas. Dios. Una breve historia del Eterno hace un recorrido por la historia del pensamiento occidental analizando los argumentos a favor y en contra de la existencia de Dios. El tono es divulgativo, pero no por eso deja de ser un libro bien pensado y resuelto. El problema no es el libro, sino sin duda las opiniones que se vertirán en torno a sus argumentos, pues cuando hablamos de “letras” parece que cada uno puede decir el disparate que se le ocurra sin la más mínima, y sensata, reflexión.


En nuestro mundo las Geisteswissenschaften no gozan de un estatuto público acepta­ble pese a las declaraciones de abnegados estudiosos. En español no tenemos equi­valente en una sola palabra para Geisteswissenschaften; su traducción usual es “ciencias del espíri­tu”, cuyo equivalente aproximado es el de “humanidades”, aunque de esta manera hemos entregado por completo el concepto de ciencia a las naturales. ¡Tiempos aquellos en que las scientiae por excelencia era la Teología y la Filosofía! Ambas disciplinas pasan hoy, por lo menos, como acientíficas. Sin embargo, Dilthey introdujo el término Geisteswissenschaf­ten para evitar pre­cisamente eso. También se escucha hablar de “ciencias duras” y, un poco menos, de “ciencias blandas”, aunque el resultado—la exclusión de las disciplinas humanís­ticas del campo de las ciencias—acaba siendo el mismo. El prestigio social de las ciencias matematizables (me refiero a aquellas disciplinas cuyos resultados son reductibles a la lógica binaria y esto hoy sig­nifica que se pueden procesar) es enorme debido al poder que otorgan: véase lo que han hecho de nuestro mundo—pues los problemas mediam­bientales, de armamento, etc. se deben, sin ninguna duda, al desarrollo de las ciencias ma­tematizables. Sin embargo, como la mate­mática misma, no pasan de ser conjuntos de pro­posiciones tautológicas cuyo resultado se conoce de antemano, aunque no con precisión (la “x” de una ecuación, decía Adorno, es siempre un número); a modo y manera de pro­vocación diré: la teoría de la evo­lución, si realmente es una teoría y no un conjunto de pro­posiciones aún sin unificar, no parece más que un conjunto de proposiciones que no apor­tan información sino a la vista de lo ya acontecido porque las previsiones con riesgo no pue­den falsarse, en el caso, sino acontecidos los cambios. Las ciencias matemáti­cas proce­den (Popper dixit) por negación de las teorías previas (para conocer un modelo fí­sico nue­vo no sirve de nada conocer el anti­guo: las teorías se sustituyen y no se solapan). Dado el presti­gio social de las ciencias, los científicos suelen aparecer en los medios de manipulac­ión de masas como auténticos gu­rús, libres de todo prejuicio y sin otra responsabilidad que su sa­ber (no son profesores de las universidades, no cobran, no tienen intereses econó­micos, fa­miliares o empresariales, no tienen opiniones previas... vamos que no aprendie­ron a hablar y su gramática es otra). Sin embargo, conocen una parcela peque­ñísima de un campo ya pequeño; aún así algunos imprudentes (pienso en uno que estudio Derecho y capaz de opinar de absolutamente todo—es lo que da haber sido ministro—, pero también en otros menos conspicuos) pien­san que las ciencias matemáticas tendrán respuesta para todo—una hermosa proposición autorreferente, pero ¡qué importa! si se le da apariencia razona­ble—y de esta manera nuestras Geisteswissenschaften quedan arrumbadas, arruinadas y convertidas en algo de lo que se puede hablar con total impunidad y sin la má mínima me­ditación. Esto se manifies­ta en el popular dicho “sobre gustos no hay nada escrito” lo cual, además de falso, porque hay muchísimo escrito, sólo dice que lo subjetivo es subjetivo, aporte de información ma­yúsculo. En fin, la inteligencia políticamente correcta (es el dis­fraz de la estupidez, no se olvide) acaba contando las palabras de un poema y haciendo que el comentario gire en torno al número de veces que se cita una palabra; conozco tesis doctorales en filología hispánica que han procedido exactamente así y monografías históricas cuyo mayor mérito es que sus autores saben contar. Acabamos equiparan­do a Federico García Lorca con... mejor ni pensarlo. Lo decía Sábato es un maravilloso texto:

Cuestiones como la caída de la manzana sobre la cabeza de Newton, la existencia de las cataratas de Iguazú, la fórmula del movimiento acelerado y el accidente de Cyrano, pueden reunirse exitosamente en la proposición: “El tensor g es nulo”, que, como observa Eddington, tiene el mérito de la concisión, ya que no el de la claridad... El poder de la ciencia se adquiere gracias a una especie de pacto con el diablo: a costa de la progresiva evanescencia del mundo cotidiano. [El hombre] llega a ser monar­ca, pero, cuando lo logra, su reino es apenas un reino de fantas­mas... La infinita variedad de concreciones que forma el universo que nos rodea desaparece; primero, queda el con­cepto “cuerpo”, que es bastante abstracto, y si seguimos adelante apenas quedará el concepto de “materia”, que todavía es más vago: el soporte o maniquí de cualquier traje.
El universo que nos rodea es el universo de los colo­res, sonidos y olores; todo esto desaparece frente a los aparatos científicos, como una formidable fantasmagoría.
El poeta nos dice:
El aire en el huerto orea y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y del cetro pone olvido.
Pero el análisis científico es deprimente: como los hombres que ingresan en una penitenciaría, las sensaciones se convierten en números. El verde de aquellos árboles que el aire menea ocupa una zona del espectro alrededor de las 5.000 unidades Angström; el manso ruido es captado por micrófonos y descompuesto en un conjunto de ondas caracte­rizadas cada una por un número; en cuanto al olvido del oro y del cetro, queda fuera de la jurisdic­ción del cien­tífico, porque no es susceptible de convertirse en matemá­tica.
El mundo de la ciencia ignora los valores (Ernesto Sábato, Uno y el Universo, Barcelona 1981, págs. 27-29; ahora se puede encontrar en Alianza con el título Hombres y engranajes. Heterodoxia). Para quien no lo sepa, E. Sábato comenzó su carrera como científico y en calidad de tal fue becado a París. Posteriormente cambió de orientación y se dedicó a la literatura gracias a lo cual algunos de sus compañeros científicos demostraron que la amistad es falsable, pues le retiraron la palabra).

De todo esto, y de mucho más, nos habla el libro de Manfred Lütz. Espero que quien lo lea, disfrute. Shalom.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La Ciencia acabará solventando todos los problemas que la superstición ha generado.
Darwin.

Anónimo dijo...

"El arte no es un complemento cultural más de la cencia, sino que es crítico con ella. (...) No es casualidad que la ciencia aprobada se enfurezca cuando en su ámbito se agita lo que ella atribuye al arte para permanecer tranquila en su propio negocio; que alguien sepa escribir lo vuelve sospechoso para la ciencia."(Th. W. Adorno) Usted, como puede comprobar, es sospechoso para la ciecia. Un saludo

Rodolfo Plata dijo...

JAQUE MATE A LA DOCTRINA JUDAIZANTE DE LA IGLESIA. El análisis racional de los elementos que integran la triada pre-teológica judeo cristiana (la fenología, su explicación y sus aplicación), nos permite: ___criticar objetivamente el profetismo judío y la cristología de San Pablo que estructuran la doctrina judaizante de la Iglesia; visualizar nítidamente que el profetismo judío es opuesto a las enseñanzas de Cristo; visualizar la omisión capital que cometió Pablo en sus epístolas al mutilar al cristianismo de la doctrina más importante para la humanidad. Desechando la prueba viviente de la trascendencia humana patente en Cristo, que se alcanza practicando las virtudes opuestas a nuestros defectos hasta adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos). Disciplina que nos da acceso a los contenidos meta concientes, y potencialidades del espíritu__ Y la urgente necesidad de formular un cristianismo laico enmarcado en la doctrina y la teoría de la trascendencia humana (sustentada por filósofos y místicos, y su veracidad comprobada por la trascendencia humana de Cristo); a fin de afrontar con éxito: “el ateismo, el islamismo, el judaísmo, el nihilismo, la nueva Era y la modernidad”, que amenazan con sofocar al cristianismo. http://es.scribd.com/doc/73946749/Jaque-Mate-a-La-Doctrina-Judaizante-de-La-Iglesia