EL LUGAR DE LA BELLEZA
Entre edificios
tristísimos el vuelo
de golondrinas.
Hace muchos años, junto a un paseo lleno de álamos, coincidí con un amigo, que acaba de llegar de la India para pasar unos días de vacaciones junto a su familia. No sé por qué, pero en un momento nuestra conversación derivó hacia la belleza y le dije: “Es preciso alzar los ojos para encontrar belleza”. Aún recuerdo su gesto entre sorprendido y perplejo; no lo entendí entonces, pero hace unos días pensando en los versos que encabezan esta reflexión recordé lo sucedido. Mi amigo estaba acostumbrado a encontrar la belleza a ras de suelo—nunca mejor dicho—, entre los moribundos que yacían por las calles. Y es que el ser humano es hermoso y tiene en sí el aura de la belleza de Dios. Sin embargo, nuestras obras... [1].
Estaba en los anaqueles de poesía: José Rubio, Días aparte, Valencia, Pre-Textos, 2010. Me sonaba haber leído su anterior poemario, publicado en la misma editorial, Después de la señal, aunque lo he buscado en casa y no lo he encontrado. He leído y releído los poemas de José Rubio a veces con una extraña delectación, porque parecían describir mi vida mejor de lo que yo soy capaz con mis torpes, inútiles, palabras:
ENGAÑO
Admite que lo sabes,
y reconoce al menos, en esta hora sombrá,
que el desmedido empeño con que tratas
cualquier asunto ajeno,
y tanta diligencia
con lo que no te importa, es la coartada
que tu astucia te tiende.
Un engaño común por no quedarte
con tu conciencias a solas,
a comentar a fondo tu fracaso.
No acostumbro a leer los poemarios de corrido, no sólo porque me cansa, sino porque me parece una forma miserable de no disfrutarlo; aunque hay tardes... sí, e incluso hay mañanas en que echo en la bolsa un poemario y salgo a caminar. Si encuentro un lugar agradable y solitario—una plaza, un parque pequeño tal vez o la orilla del Río—, me siento y leo en voz alta. A veces deletreo los poemas guarecido en los cafés, provisto también de papel y pluma [2]. En ocasiones estoy tan bien, tan feliz diría (porque parece que el mundo se ha detenido o incluso ha cesado) que no paro de leer y se me pasa el tiempo y las páginas, las hojas y la vida. Eso me ha pasado con Celan, Ungaretti, José Julio Cabanillas, Rilke... en verdad me ha pasado con casi todos los poetas que me defienden de los golpes, acunan mis sueños y tienen la palabra exacta para decirme. Algo así, en la magia de una mañana de invierno, me ocurrió con el libro de José Rubio. Sólo espero quienes se acerquen a él disfruten tanto como yo.
Es cierto que hay besos, lo dice Luis Rosales, que duran toda una vida; pero también hay suicidios que duran el curso de una existencia. ¿Cuál es el lugar de la belleza? Posiblemente, allí donde es de noche pero se espera un amanecer.
Shalom.
[1] Los barrios nuevos de las ciudades modernas son idénticos. Situándose en las afueras, en la periferia o en una de esas urbanizaciones hechas para ahogar los sueños, uno no sabría si se encuentra en Zaragoza, Valladolid, Málaga o tal vez el Infierno, pues todo es idéntico y la fealdad ensucia nuestras almas. ¿Cuál es el lugar de la belleza?
[2] Sin embargo, desde que no ha prohibido fumar en los cafés... No es ninguna venganza contra la ley ni expresión de impotencia. Sencillamente, me gusta fumar un puro mientras bebo un huisqui acompañado de un libro.
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