lunes, 22 de noviembre de 2010

Paul Antschel

ANIVERSARIO


            El día veintitrés de noviembre de 1920 nacía en Cernauti (entonces Rumanía) un poeta europeo. Cernauti es el nombre en rumano de la ciudad, que se encuentra al sudeste de Ucrania, pegada a los Cárpatos y muy cerca de la frontera septentrional de Rumanía, en el ducado de Bucovina También se la conoce como Czernowitz, Tchernovtsy o Chermivtsy; el nombre que suele usarse, y que sobrevuela Europa como un fantasma del pasado, es el alemán. La región, Bucovina, forma parte de ese rompecabezas centroeuropeo sacudido con la desaparición del Imperio Austro-Húngaro—como la dolorosa patria de Joseph Roth, Galitzia. Czernowitz formaba parte del Imperio como ciudad rumana por su lengua, aunque también se hablaban el ruteno y el alemán, lo cual puede ayudar a entender las formas expresivas de nuestro autor. Sin embargo, en lo referente al idioma debe tenerse también presente la influencia de su madre: en una región plurilingüe como Bucovina solían ser las madres quienes de una u otra forma determinaban la lengua de los hijos. Cabe recordar que el alemán gozaba de un enorme prestigio literario (al igual que en otras partes de Europa con minorías alemanas). En Czernowitz había una numerosa comunidad judía a la que pertenecía la familia del poeta. Al final de la Primera Gran Guerra, Bucovina pasó a formar parte de Rumanía, aunque las minorías alemanas pretendían otra cosa. Con la Segunda Gran Guerra fue anexionada al Reich y la población judía fue conducida a la arena y a los campos para ser exterminada. El destino del poeta lo llevó a un campo del que pudo salir con una vida dañada para siempre; logró refugiarse en Bucarest. Otro, sin embargo, fue el destino de su familia, aniquilada. Al finalizar la Segunda Gran Guerra la ciudad de Czernowitz pasó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y hoy, tras su desmembramiento, pertenece a Ucrania.



            Nuestro poeta es, por tanto, originalmente rumano y en esa lengua escribió algunos de sus poemas y pequeñas piezas en prosa; precisamente, hace muy poco tiempo la editorial Trotta ha publicado parte de la obra en rumano nunca traducida al español. Digo esto recordando que muchos rumanos son acosados en distintos lugares de una Europa de la que forman parte. Incluso son expulsados como indeseables… ¿cuántos poetas habrán salido de Rumanía sin encontrar ningún asilo, condenados a vivir externamente expatriados? Ésta es una de las razones por las que después de haber pasado un par de años en Viena y habiéndose afincado definitivamente en París, nuestro poeta mantuvo el alemán, la lengua en que su madre le leía, para escribir aun sabiendo que esa misma lengua había llevado a sus padres a los campos de urnas. Este desgarro entre ser y destino marca su poesía; nunca pudo ser suturado y por ello cada verso del poeta es una experiencia de dolor: decir en una lengua lo que ella redujo a la ceniza.

            El nombre del poeta—todos lo saben ya—es Paul Antschel (Ancel en rumano) y es mundialmente conocido como Paul Celan (el anagrama de su apellido rumano). Judío centroeuropeo, asquenazi, exiliado permanente de su tierra y de su lengua. Su primer libro de poemas, La arena de las urnas, fue publicado en la Austria humillada de la posguerra. Sabemos que se refugió en París—porque quizás ya no era posible vivir, sino sólo refugiarse de un tiempo que condenó a los hombres a la penuria—y que allí encontró el amor en una mujer que supo soportar su dolor y sus incoherencias, Gisèle. Juntos tuvieron dos hijos uno de los cuales, François, falleció siendo pequeño. Viajó por Europa y vivió en Israel durante cortas temporadas (su padre fue un fervoroso sionista); trabajó en Ginebra… y la historia hizo mella en su vida, pues acabó padeciendo su propia existencia e incluso a petición de Gisèle aceptó ser ingresado en una clínica psiquiátrica. La editorial Siruela publicó gran parte del epistolario del matrimonio. Finalmente, un triste veinte de abril e 1970 se quitó la vida arrojándose al Sena desde el puente de Mirabeu.



            La versión castellana de los poemas es de José Luis Reina Palazón y se encuentran en: Paul Celan, Obras Completas, Madrid, Trotta, 1999.

TODESFUGE

Schwarze Milch der Frühe wir trinken sie abends
wir trinken sie mittags und morgens wir trinken sie nachts
wir trinken und trinken
wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit dem Schlangen der schreibt
der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete
er schreibt es und tritt vor das Haus und es blitzen die Sterne er pfeift siene Rüden herbei
er pfeift seine Juden hervor läßt schaufeln ein Grab in der Erde
er befiehlt uns spielt auf nun zum Tanz

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich morgens und mittags wir trinken dich abends
wir trinken und trinken
Ein Mann wohnt im Haus der spielt mit den Schlangen der schreibt
der schreibt wenn es dunkelt nach Deutschland dein goldenes Haar Margarete
Dein aschenes Haar Sulamith wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng

Er ruft stecht tiefer ins Erdreich ihr einen ihr andern singt und spielt
er greift nach dem Eisen im Gurt er schwingt seine Augen sind blau
stecht tiefer die Spaten ihr einen ihr andern spielt weiter zum Tanz auf

Schwarze Milch der Fruehe wir trinken dich nachts
wir trinken dich mittags und morgens wir trinken dich abends
wir trinken und trinken
ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete
dein aschenes Haar Sulamith er spielt mit den Schlangen

Er ruft spielt süßer den Tod der Tod ist ein Meister aus Deutschland
er ruft streicht dunkler die Geigen dann steigt ihr als Rauch in die Luft
dann habt ihr ein Grab in den Wolken da liegt man nicht eng

Schwarze Milch der Frühe wir trinken dich nachts
wir trinken dich mittags der Tod ist ein Meister aus Deutschland
wir trinken dich abends und morgens wir trinken und trinken
der Tod ist ein Meister aus Deutschland sein Auge ist blau
er trifft dich mit bleierner Kugel er trifft dich genau
ein Mann wohnt im Haus dein goldenes Haar Margarete
er hetzt seine Rüden auf uns er schenkt uns ein Grab in der Luft
er spielt mit den Schlangen und träumet der Tod ist ein Meister aus Deutschland

dein goldenes Haar Margarete
dein aschenes Haar Sulamith


FUGA DE LA MUERTE

Negra leche del alba la bebemos de tarde
la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos la fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho

Gritad hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad
agarra el hiero del cinto lo blande son sus ojos azules
hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
tu pelo ceniza Sulamit juega con las serpientes

Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un Maestro Alemán
grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire
así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho

Negra leche del alba te bebemos de noche
te bebemos a mediodía la muerte es un Maestro Alemán
te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos
la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán

tu pelo de oro Margarete
tu pelo de ceniza Sulamit


Zähle die mandeln,
zähle, was bitter un dich wach hielt,
zähl mich dazu:

Ich suchte dein Aug, als du´s aufschlugst und niemand dich ansah,
ich spann jenen heimlichen Faden,
ain dem der Tau, den du dachtest,
hinunterligtt zu den Krügen,
die ein Spruch, der zu niemandes Herz
fand, behütet.

Cuenta las almendras,
cuenta lo que era amargo y te mantuvo en vela,
cuéntame con ellas:

Yo busqué tu ojo cuando lo abriste y nadie te miraba,
hilé aquel hilo secreto
por el que el rocío que pensaste
resbaló hasta los cántaros
que protege un proverbio que de nadie encontró el corazón.


GRABSCHRIFT FÜR FRANÇOIS

Die beiden Türen der Welt
stehen offen: geöffnet von dir
in der Zwienacht.
Wir hören sie schlagen und schlagen
und tragen das ungewisse,
und tragen das Grün in dein Immer.
                                                           Oktober 1953

EPITAFIO PARA FRANÇOIS

Las dos puertas del mundo
Están abiertas:
abiertas por ti
en la doble noche.
Las oímos golpear y golpear
y llevamos lo incierto,
llevamos el verdor a tu siempre.
                                                           Octubre 1953

sábado, 20 de noviembre de 2010

Tolstói... y el veintitrés de noviembre

UNA DELICIOSA NOVELA


            Este año se cumple el centenario de la muerte de Lev Tolstói [1]. Desde luego no descubriré el Mediterráneo si hablo del ruso (también conocido como León Tolstói). ¿Quién no se ha sentido subyugado por Guerra y Paz, Ana Karenina  o Resurrección? Recuerdo que la primera de las novelas que he citado estaba en uno de los anaqueles de la casa de mis padres. Eran varios tomos—no recuerdo cuántos, quizás tres—en los que aparecían los nombres de Gogol, Dostoyeski, Tolstói… Encuadernado en cuero granate, con letras grabadas en oro, de pequeño tenía la impresión de que jamás sería capaz de leer aquellas obras, demasiado extensas para mi mente infantil. Muchos de los de mi generación hemos crecido con el recuerdo de aquellas bibliotecas, recuerdo que nos ha marcado [2].

            Además del aniversario al que he hecho referencia arriba, parece claro que algunas editoriales han puesto su afortunado empeño en hacer presente a “los rusos”. Hace una semana tuve la suerte de que uno de mis hermanos me regalase los Diarios de un escritor, en una edición ampliada y carísima (también muy interesante); pero quiero hablar de Tolstói, aunque mis preferencias se inclinen por el otro autor del que la histórica FCE está editando casi una biografía. El caso es que encontré en la Librería Palas [3] una obrita de Tolstói, editada hace siglos por la Biblioteca Básica Salvat, que tan buenos recuerdos me trae. Se trata de El padre Sergio, Madrid, Rey Lear, 2009. La magnífica traducción—en un español pulcro y limpio, casi transparente—ha corrido a cargo de Bela Martinova de la que pongo aquí una fotografía como reconocimiento, pues estoy cierto de que buena parte del encanto de El padre Sergio se debe a la traductora. Debo añadir que la edición está primorosamente cuidada y que es maravilloso tener entre las manos libros como éste, editados con cuidado y delicadeza.

            La novela se lee en menos de una hora. De hecho a alguno que sólo conozca Guerra y Paz le puede resultar sorprendente que Tolstói fuera capaz de sintetizar una vida entera, en poco más de cien páginas. La novela narra la convulsa historia de un militar, el príncipe Stepán Kasatski; pero claro, se trata de una historia interior: la genialidad del novelista ruso le permitía introducirse en la piel de otras personas llegando incluso a saber lo que sentían. Esto, característico también de la narrativa de Dostoyeski, es algo que muy pocos han logrado. No se trata de describir procesos psicológicos, sino de una forma diferente de observar la realidad. El príncipe será militar y las sucesivas decepciones lo irán llevando a cambiar de estado; decepciones incontables: primero su amada, después el zar, más tarde algún monje… Descubrirá la fuente cuando se mire en el espejo, pues uno nunca puede huir de sí mismo. Sólo por la siguiente reflexión merece la pena leer de un tirón El padre Sergio: “Yo vivía para la gente con el pretexto de vivir para Dios, mientras que ella vive para Dios con el pretexto de vivir para la gente” (pág. 106).



            Pero no quiero despedirme sin recordar que la próxima semana celebraré el nonágesimo aniversario del nacimiento de Paul Celan (veintitrés de noviembre de 1920). La editorial Trotta acaba de publicar Poemas y prosas de juventud, Madrid 2010. Encontramos aquí algunos poemas no publicados anteriormente en las Obras completas y en los Poemas póstumos así como otros que ya habían visto anteriormente la luz. Me despido con un poema de Celan, para el que se abrieron las puertas de todos los cielos.

EQUINOCCIO

“Y en las noches, dulces del astro otoñal,
mi corazón caerá, el tuyo volará empero;
tu camino será claro, el mío un marañal,
mis ojos apagados, los tuyos dos luceros;

flores quedarán secas, raíces en flor;
el monte abierto, el abismo cerrado,
un brazo fracasado, otro esforzador,
un vaso vacío, otros habrá rebosado;

mi ilusión hundida, la tuya extasiada,
lágrimas hablarán y serán silenciosas,
mi sangre in fe, tu sangre confiada,
mi boca negada, tu boca generosa…”

“¿Ah, a esta noche no pertenece ninguna de tus estrellas?”
“Hasta que tu cántaro se llene como el mío esperan ellas.

            Shalom.

[1] Los nombres de los autores extranjeros están yendo y viniendo dependiendo de los traductores. Personalmente, estaba yo acostumbrado a decir León Tolstói y Fédor Dostoieski… Hoy nos puede parecer disparatado traducir los nombres, pero el uso ha consagrado ha consagrado determinadas maneras de llamar. De hecho, prefiero León a Lev aun sabiendo la segunda es la forma correcta.

[2] No es lo mismo, desde luego, crecer teniendo a mano una buena biblioteca que con la ausencia casi total de libros. Por eso, la igualdad de oportunidades que nos venden los pedagogos (¡el niño como objeto de una supuesta ciencia!) es poco más que humo. Sin embargo, no quiero ser injusto con el humo pues las chimeneas de los viejos mercantes me traen recuerdos de mi infancia. No, lo que nos suelen vender es demagogia.

[3] Ya he hecho referencia en otra ocasión a la librería Palas, que se encuentra en la calle Asunción de Sevilla, muy cerca de la esquina con Virgen de Luján. Se trata de una de esas librerías de las que, por desgracia, cada vez van quedando menos. Ya me he quejado más veces de la proliferación de las grandes cadenas (medítese ese sustantivo) y, me temo, que el futuro no será mucho mejor con los pseudolibros electrónicos (¿no podríamos llamarlos despectivamente “pseudolibros fláccidos”, con un redundante “pseudolibros ilusorios”, quizás “mezquinos” o algo semejante?), pues las editoriales no renunciarán por mucho tiempo al tanto por cierto del que hoy malviven las pequeñas librerías, que, sin embargo, hacen un hercúleo trabajo a favor de la cultura y de la lectura. Los mezquinos no auguran nada bueno. Algunos dicen: “Sólo cambia el soporte”, pero yo no me imagino la mente de Greta Garbo interpretando un papel en el cuerpo de Orson Welles… ¿Cuándo reconoceremos sensatamente la importancia de la materia real? Al fin y al cabo, yo soy antiguo, de ésos que aún creen en la resurrección de la carne.

            Edito este comentario precisamente el día en que se cumplen cien años de la muerte de Lev Tolstói.