Todos los rusos e incluso los soviéticos
Alguien que responde a las iniciales EGC (“siglo de siglas” sentenció Pedro Salinas y el admirado Dámaso Alonso usó esa troquelación como inicio de uno de sus maravillosos poemas) piensa que tal vez el libro que convendría recomendar sería Los hermanos Karamázov del ineludible Fiodor Dostoievski (dejemos aparte los problemas de transcripción de los nombres, pues Quéope es ahora nuestro viejo amigo Keops, por no decir nada de Mao Tse Tung: los modernos adoptan la antigua mentalidad oriental respecto a los nombres). Bien, me parece que es una elección muy buena. De hecho, no hace mucho recomendé ese libro; pero no sé si ése sería el primer libro que recomendaría leer a un desconocido. Me reservo mi respuesta. Reconozco que todos los rusos -de Gogol a Dostoievski pasando por Tolstoi- me parecen admirables, pese a algunas traducciones torticeras. Incluso los soviéticos o aquellos que sufrieron bajo la dictadura inhumana de Stalin -pienso en Bulgakov, pero también en Osip Mandelstam, víctima de la barbarie. Ahora también hay que citar a Grossman, porque Vida y destino parece destinada (un tanto mercantilmente en la galaxia) a convertirse en un clásico. Lo cierto es que se ha escrito un libro para cada uno de nosotros y cada brizna de yerba tiene un nombre propia.
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