Corría el año 1976 cuando vi en Madrid Godspell. Mi fortuna era ser hijo de una mujer inteligente . Regresé con varias camisetas, una sudadera azul y el programa. Debo decir que el texto castellano, que se debía a Martín Descalzo y a José María Pemán, era magnífico y no desmerecía del original inglés (la película tuvo en España mucho menos éxito). Es el Jesús más creíble que yo haya visto en escena y, por fortuna, es un payaso. Los textos ingleses se debían a John-Michael Tebelak y eran fantásticos. Poco antes había asistido yo en Sevilla al estreno de la película Jesucristo Superstar (recuerdo los abucheos de algunos repíos resabiados y la profunda incomprensión de algún comnpañero que estaba, literalmente, manos a la obra). Siempre me gustó la película de Norman Jewison, pero jamás ha alcanzado a emocinarme como Godspell. Y seguro que no es por la edad, aunque las Torres Gemelas ni siquiera están en pie. Sin embargo, los años, más de treinta, han pasado ¿o el que estoy de paso soy yo? Dejo cuatro muestras de Godspell. La última tiene una lectura teológica digna de Herbert Braun.
Shalom.
La primera:
La segunda:
La tercera:
Y la final
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